Mi día comiendo intuitivamente: cómo se ve la alimentación intuitiva en la vida real
- Eunice Hill
- Nov 3
- 3 min read

A veces me preguntan:
“Eunice, ¿cómo se ve realmente un día comiendo intuitivamente?”
Y me encanta esa pregunta, porque muchas personas aún piensan que comer intuitivamente significa “comer lo que sea”. Pero la verdad es que no se trata de comer sin límites, sino de aprender a escuchar, respetar y disfrutar tu cuerpo.
Así que hoy quiero invitarte a acompañarme en un día normal de mi vida —sin filtros, sin perfección, pero con mucha conciencia.
Un día donde mi plato refleja lo más importante: equilibrio, libertad y amor propio💚
Desayuno: empezar el día escuchando mi cuerpo
Antes, mi desayuno era un “checklist”: proteína, fibra, café, listo. Ahora, empiezo preguntándome:
“¿Qué necesito esta mañana? ¿Energía, fuerza, o sólo me quiero sentir liviana, qué se me antoja, qué necesito hoy?”
Algunos días me levanto con hambre y me preparo algo más completo: un bowl de avena con frutas, granola y mantequilla de maní. Otros días, solo quiero algo ligero, como tostadas con aguacate, queso cottage o una tortillita con huevitos.
No hay una fórmula, hay presencia. Mientras como, evito mirar el celular. Me enfoco en disfrutar los sabores, en cómo se siente mi cuerpo y en agradecer por ese momento.
Esa pequeña práctica marca el tono del resto del día: sin prisa, sin culpa, con conexión.
Media mañana: hambre o hábito
Entre el desayuno y el almuerzo, suelo notar si aparece hambre o solo la costumbre de picar algo. Si tengo hambre real, elijo algo simple y saciante, como:
🍌un guineo, un matcha latte o un iced coffee, o quizás una galleta de arroz inflado con mantequilla de maní y mermelada de fresa.
Y si descubro que no tengo hambre, solo ansiedad o aburrimiento, hago una pausa. Respiro, estiro el cuerpo, salgo a caminar o me voy directo al gym.
✨Escuchar mi cuerpo me ha enseñado que no necesito comer cada vez que algo se siente “vacío”.
Almuerzo: nutrir sin complicar
El almuerzo es mi comida favorita porque me gusta jugar con los colores y texturas. Antes me obsesionaba con las porciones, con "comer poquito", ahora solo me aseguro de que el plato tenga:
una fuente de proteína (pollo, pescado, carne, huevo, queso cottage),
una base vegetal (ensalada, brócoli, pimentones salteados),
y algún carbohidrato que me guste (como papa, camote, otoe y a veces arrocito).
Comer intuitivamente no es comer “perfecto”, es comer con placer y balance, y si un día quiero tacos, hamburguesa o una pasta cremosita, los disfruto sin culpa. Me como un heladito, o un churro con leche condensada y ya mi cuerpo sabe cómo autorregularse cuando lo trato con respeto.
Cena: cerrar el día con calma y gratitud
Mis cenas son suaves, simples y reconfortantes. A veces unos pancakes de avena, un pan integral con tuna, otras un wrap o una ensalada con proteínas, también muchas veces sólo me como lo que me sobro del almuerzo y sólo le bajo la cantidad de carbohidratos porque voy a dormir y no quiero sentirme.
Me enfoco en cómo quiero sentirme al dormir: ligera, tranquila, satisfecha.
Comer así se ha convertido en una forma de meditación: sin rigidez, sin juicios, solo presencia y disfrute.
Qué he aprendido practicando la alimentación intuitiva?

Comer de esta manera me enseñó que:
No necesito controlar cada comida para sentirme bien.
La alimentación intuitiva me ha enseñado que mi cuerpo sabe lo que necesita, sólo tengo que aprender a escucharlo.
Desde que practico la alimentación intuitiva, mi relación con la comida mejoró por completo.
Comer con amor también puede transformar tu cuerpo.
Y que la comida deja de ser un enemigo cuando se convierte en aliada.
La alimentación intuitiva me liberó del miedo y me devolvió la paz, y eso es lo que quiero que tú también experimentes.
El poder de comer con intención:
De ahí nació Tu Recetario Consciente: un ebook donde reuní más de 70 recetas reales, deliciosas y conscientes, creadas para nutrir cuerpo, mente y alma.
Cada receta está pensada para recordarte que puedes bajar de peso, sentirte bien y sanar tu relación con la comida, sin dietas, sin extremos y sin culpa.

Comer intuitivamente no es hacerlo perfecto todos los días. Es aprender a confiar en ti, a soltar el control y a vivir en equilibrio con tu cuerpo.
No hay “buenos” o “malos” días, solo oportunidades de escucharte mejor. Y cuando logras eso, la comida deja de ser una batalla y se convierte en un acto de amor diario.



Comments